Se trata de “tomar medidas para la contención de gastos para el personal de la Santa Sede, la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y otros organismos relacionados” con un Motu propio, un documento firmado por el pontífice, publicado este miércoles.
El papa explicó que, “a raíz de la emergencia sanitaria provocada por la propagación del COVID-19, que afectó negativamente a todas las fuentes de ingresos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano”, tomó la decisión de reducir los sueldos para, sobre todo, garantizar todos los puestos de trabajo.
Por ello, a partir del primero de abril, la remuneración de los cardenales que trabajan en la Santa Sede se reduce en un 10 por ciento con respecto al último salario pagado, mientras que la rebaja es del 8 por ciento en el caso de aquellos que tienen el cargo de superiores y del 3 por ciento a eclesiásticos y religiosos.
También en el período comprendido entre el 1 de abril de 2021 y el 31 de marzo de 2023 se suspende el devengo de los incrementos de antigüedad de dos años, excepto para los empleados laicos desde el primer al tercer nivel del escalafón, es decir, los sueldos más bajos.
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