
Luego de sesenta años del primero registrado en 1960, los
hermosillenses estaremos hoy frente a un
Grito atípico, una vez que la gobernadora Claudia Pavlovich en apego al protocolo para afrontar
la pandemia, ha resuelto ofrecer un "Grito virtual" , al que nomás
veremos por televisión.
El segundo Grito atípico fue aquel armado por el gobernador
Memo Padres, que nadie escucho in situ, pero en cambio en la televisión se observó hasta con brindis en
el Salón Gobernadores.
Pero nada como aquel de 1960, el penúltimo que le correspondía
como tal al gobernador Álvaro Obregon Tapia, una ceremonia que resultó fallida
y que dejo como Ley no escrita el tener
que retirarle el fruto a los naranjos de la Plaza Zaragoza, en especial
aquellos al alcance de la mano, regla cumplida tanto en el fantasmagórico Grito
del Memo y ahora en el virtual y último
grito que le corresponde a la gobernadora Claudia.

Alvaro Obregon Tapia
El de 1960 marcó un antes y después en la cuestión sobre la estrategia de
seguridad a implementarse en la ocasión, obligación más de carácter preventivo a cargo de las corporaciones estatales y municipales
accionar que no funciono, pues resulta que al salir el gobernador y
acompañantes al balcón del Palacio de Gobierno, se les recibe con una lluvia de
naranjas y piedras a manera de proyectiles, estos lanzados por un grupo de
jóvenes y adolescentes, la mayoría estudiantes.

El gobernador "capoteo" los tiros con la bandera en sus manos, aun así
le tocó tres, a la primera dama; doña Fernanda Luken recibió dos, esto sin hacer gesto alguno, erguida estoicamente, sin perder el estilo de gran dama. En el área del balcón fueron levantados veinte objetos
entre naranjas y piedras.
Los otros golpeados fueron puras personalidades, comenzando con el CP Sealtiel Alatriste, quien en
su calidad de subsecretario del Patrimonio Nacional trajo la representación
del Presidente Adolfo López Mateos.


Cónsul Leonhardy Terrance, quien después sacudiera al mundo con su secuestro en Guadalajara
Luego Manuel R. Bobadilla, presidente en
turno del Congreso Local, el Cónsul Leonhardy Terrance , así como el General
Manuel Torres V., jefe de la IV Zona Militar.
Inmediato surge y se acepta que haber mancillado al Lábaro
Patrio debe considerarse como una “traición a la Patria “, eso super grave.
De
inmediato las huestes del Procurador
Adolfo Ibarra Seldner, y de los jefes policiacos: Armando Velderrain Viesca, el
MP Francisco Woolfolk y J. Ventura Pro detienen y declaran confesos como
participantes a: Ignacio y Jesús Islas Cañez, Moisés Vindiola Vázquez, Abundio
Llanez Soto, José Luis López Hernández, Francisco Alonso Villareal.

Enseguida de rendir declaraciones quedan libres bajo la
reserva de Ley: Francisco Andrade Domínguez, Miguel Ángel Miranda Palomares, Eleazar
Navarro González, Felipe Neri Aguirre, Leonardo Fernández Tanori, José Luis Domínguez,
mientras que los menores Gilberto C. Icedo y Antonio Rivera Tanori, fueron
enviados al Tribunal Federal de Menores.
Todos los expedientes quedaron fincados bajo los términos legales:
Ultrajes a la Bandera y Contra Funcionarios Públicos. Seis quedaron libres bajo
una fianza de cinco mil pesos mientras
que la correspondiente a Jesús Islas Cañez quedo en Diez mil pesos.


Diez días después del acontecimiento hubo un acto de
desagravio seguido de una multidinaria marcha. Según los organizadores se esperaban 50 mil participantes, pero nomas
respondieron al llamado dominical unos cuarenta mil.
El acto fue en el monumento
a la Bandera, ubicado en ligera plazoleta donde ahora está el monumento al
Caballero De Anza. Hubo ocho oradores: Manuel R. Bobadilla, Cesar Tapia Quijada
por el PRI, Jesús Ortiz Ruiz de la CNC, Diego Zepeda Chan, de la Federación
Pesquera del Sur de Sonora, Nicolás Rocha por la CTM, el profesor Ernesto Abril
por la Federación Estatal de Maestros de Sonora, la profesora Dolores Enedina
Cuiltre y el diputado Manuel Padilla , este a nombre de la CTS-CROC.
De ahí, en kilométrica columna se fueron al Palacio
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